miércoles, enero 02, 2008

El asesino de Virginia Tech
La masacre de Virginia Tech será recordada como una de las tragedias más grandes ocurridas el pasado año 2007, y su protagonista, Cho Seung-Hui, un estudiante surcoreano de 23 años que cursaba el último curso de literatura inglesa, como el aparente responsable de la muerte de la suma inédita de 32 personas, la cifra más alta en matanzas de este tipo. Antes de suicidarse, luego de haber iniciado el tiroteo -eso sucedió muy temprano, por la mañana, cuando Cho Seung-Hui disparó a una chica y a un chico en el edificio West Ambler Johnston Hall- el asesino envió a la sede central de la NBC, en Nueva York, un manifiesto en el que expresaba su odio hacia la sociedad en general.
“No tenía que hacer esto”, admitía en la carta. “Pude haberme ido. Pude haber desaparecido. Pero no, no escaparé más. No es propio de mí. Por mis niños, por mis hermanos y hermanas que ustedes jodieron, lo hice por ellos”. Además, la nota añade “¿Saben qué se siente al ser humillado y empalado en una cruz? ¿Y dejado desangrar hasta la muerte para su diversión? Nunca han sentido ni una simple onza de pánico en su vida”. La encomienda contenía también unas 43 fotografías en las que se ve al joven surcoreano apuntando con un arma a la cámara y a sí mismo, además de un DVD con 27 archivos de vídeo que suman alrededor de 10 minutos en donde aparece Cho Seung-Hui hablando ante la cámara y diciendo entre otras cosas: “Tuvieron 100 billones de oportunidades y formas para evitar lo de hoy. Pero decidieron derramar mi sangre”.
Entre las 8 y las 9.30am, el asesino de Virginia Tech disparó contra 25 estudiantes y 5 profesores que en ese momento se encontraban en el edificio de Ingeniería Norris Hall, armado con una pistola en cada mano, una de 9mm y otra de calibre 22. La forma con la que Seung-Hui consiguió estas armas sigue escandalizando al mundo entero, debido a que el estudiante surcoreano había sido diagnosticado autista a la edad de ocho años, y más tarde se le descubrió una serie de trastornos sicológicos.

Celos delirantes
Según el reconocido sicoanalista Miguel Gorfinkiel, el caso de Cho Seung-Hui sería uno de “celotipia”, una enfermedad patológica en la que se exageran los celos. “Freud clasifica tres tipos de celos”, afirma el doctor, “los celos concurrentes, los celos proyectivos y los celos delirantes”. Según Gorfinkiel, “los celos delirantes se confunden con la paranoia y tienen reacciones propias de la paranoia”, por lo que el joven estudiante surcoreano habría terminado convirtiéndose en “un completo paranoico”. Además, el doctor advierte que “el paranoico es el único de los enfermos mentales que mata o se mata”.
Preguntando sobre por qué casos como el de Virginia Tech se están empezando a repetir cada vez con mayor frecuencia, como un escalofriante fenómeno, el doctor Gorfinkiel estimó que los perpetradores de la masacre hacen esto porque “están en la edad en que toda conducta patológica sale muy afuera. En la adolescencia es cuando hierve toda la energía sexual sin control que lo absorbe todo y es ahí donde se une lo patológico y eso crea un exabrupto de violencia”.

Perfil paranoico
La tragedia, ocurrida el 16 de abril de 2007, marcó para siempre la sociedad norteamericana, abriendo una llaga sólo comparable a otras tragedias parecidas, como la ocurrida en Columbine, Colorado, cuando dos chicos, Eric Harris (18) y Dylan Klebold (17), ingresaron en 1999 al Instituto de Columbine, donde estudiaban, con nada más y nada menos que dos escopetas, una carabina y una pistola semiautomática, varios explosivos caseros y una bomba compuesta por un tanque de propano de 9 kilogramos. Lograron matar a 13 personas, incluyendo a un profesor.
Según se sabe, Seung-Hui emigró a los EE UU a los ocho años con sus padres y su hermana para vivir en el condado de Fairfax, al norte de Virginia, una zona opulenta cerca de Washington. Se cree que pudo haber sido objeto de maltrato o de abuso sexual, sufrido de esquizofrenia paranoide, trastorno bipolar y otros desordenes, aunque se cree que fue la depresión lo que desencadenó el asesinato múltiple. Se le ha descrito muchas veces como una persona solitaria que apenas hablaba. Demostraba muchos signos de violencia y comportamientos extraños, como prender fuego en su habitación por quemar objetos en la papelera.
Sus profesores de escritura y otros compañeros de clase han manifestado que sus escritos llevaban mucha carga violenta. Otros compañeros de habitación también expresaron que una noche, tras tomar unas cuantas cervezas, confesó tener “una novia inventada que vivía en el espacio”. Una vez, tras haber sido rechazado por una mujer que le gustaba, pensó en suicidarse. Otro ex compañero asegura que el estudiante surcoreano era “solitario, obsesivo con la violencia y tenía serios problemas personales” y que, aunque algunos intentaron socializar con él, no lo lograron ya que parecía que “no quería ser amigo de nadie”.
En un principio se creía que la primera chica a la que asesinó, Emily Hilscher, era su enamorada, y que tras varios problemas en su relación él comenzó la matanza. Hasta ahora se especula que el estudiante surcoreano estaba obsesionado con ella y que había empezado a acosarla. Ian MacFarlane, ex compañero de dramaturgia de Seung-Hui, por su parte, señaló que cuando escuchó sobre el tiroteo, su primer pensamiento fue sobre el bienestar de sus amigos y que el segundo fue “apuesto que fue Seung-Hui”.
Según Michael E. Jarolla, ex agente del FBI y asesor en casos de violencia sicopática, “una de las principales causas por las que estos crímenes en colegios y universidades -sea cual sea su escenario- se repiten a lo largo y ancho de EE UU y del resto del mundo, es que los investigadores especializados dan enseguida el caso por cerrado, al haber muerto su perpetrador. Se dice simplemente que estalló y mató gente. Eso no sirve. Hoy más que nunca es necesario preguntarnos: ¿Por qué?”.

Fondo homosexual
“El paranoico es un individuo que es violento porque tiene un fondo homosexual”, explica el sicoanalista Miguel Gorfinkiel. “Todo paranoico en el fondo es un homosexual que ve el mal en el otro”, añade. Es por esto que Cho Seung-Hui habría matado a mansalva a todo el que se interpusiera en su camino, porque “al matar al otro quiere matar al objeto malo, que en verdad tiene dentro”. La pregunta que aún queda por responder, sin embargo, corresponde a si se pudo haber hecho algo para evitar la masacre, y por qué esperaron tanto los servicios de seguridad de la universidad en detener un inminente tiroteo. Y finalmente, ¿se podría haber hecho algo para que evitar que Cho Seung-Hui llegara al nivel de locura que alcanzó?
“Hay que recordar, y ese es un problema de EE UU, que por culpa del ahorro que hicieron con la política de Bush, de gastar todo el dinero en armamentos, disminuyeron muchos servicios sociales que antes eran muy buenos”, precisa el doctor Gorfinkiel. “Entonces un chico como él que estaba medicado permanentemente, tenía que haber hecho simultáneamente terapia, y la terapia no la pagan bien”. Con respecto a los remedios, el doctor señala que “los remedios sólo sirven como chaleco de fuerza”. Si alguien medicado deja de tomar el remedio por dos o tres días, puede resurgir toda la violencia sin control, como los celos delirantes de Cho Seung-Hui. Para el doctor Miguel Gorfinkiel, gran parte de la responsabilidad de los asesinatos ocurridos en Virginia Tech la tiene la política norteamericana por “gastar menos en psicoanálisis para gastarlo en la guerra”. Una conclusión muy lúcida.

Pedro Casusol Tapia